¿Hay que alentar el ahorro en dólares?


Remedio. El dólar resulta ser el mejor ansiolítico para los ahorristas argentinos.

Por Darío Epstein, Director de Research for Traders
Entre marzo del 2008 y 2014, en solo seis años, el euro paso de valer US$1,55 a US$1,05 mientras que la libra paso de US$2 hasta US$1,25. Fueron devaluaciones fuertísimas y ayudaron a la gente a asesorarse y tomar decisiones sobre su patrimonio. La pregunta es: ¿cuánta gente (personas y no empresas) se pasó al dólar y cuántos fueron a comprar dólares a los bancos para ahorrar?
Probablemente ninguna pero tal vez alguna. La población en general siguió trabajando, comprando, ahorrando, invirtiendo, vendiendo, jubilándose, en su moneda de origen. ¿Alguien intentó pagar una cuenta con dólares en Europa? Es algo totalmente anormal y la mayoría de las veces rechazado. La moneda es uno de los factores de un sistema que funciona, integrado por múltiples variables, que llevan a la confianza en el largo plazo.
El mes pasado, un dato leído como “positivo” en la Argentina fue que la gente compró menos dólares. Cuidado con este dato: 1.140.000 personas compraron dólares y, asumiendo una familia promedio de 4 integrantes, las operaciones pueden llegar a involucrar a 4.560.000 personas o más del 10% de la población.
Cuando en la Argentina festejamos que hubo menos compras de dólares para atesoramiento, lo único que festejamos es que el Banco Central perdió menos reservas.
De poco sirve generar más instrumentos de ahorro en pesos, un esfuerzo titánico por parte de las autoridades del mercado de capitales, cuando la gente repudia su moneda.
Hace menos de un mes, la tasa de Lebac, un título que representa un préstamo en pesos al BCRA, llegó al 75% anual. Eso refleja lo que la gente le pedía a una entidad, que nunca en su historia cayó en cesación de pagos, para invertir en pesos.
Esta situación es “lamentablemente” normal. La falta de credibilidad en la moneda es consecuencia de décadas de hacer las cosas mal y castigar a los ahorristas en forma consistente. La convertibilidad, en los 90, no cambió la percepción del peso como reserva de valor, simplemente la vinculó al dólar. Lamentablemente, en 2001/2 nos dimos cuenta de que eran “argendólares”, un híbrido que al final terminó como una ilusión y no se pudo honrar. Claramente, la “bimonetariedad” no existe. No se puede mantener un sistema híbrido con las ventajas y flexibilidad del señoreaje para el peso y la reputación del dólar.
Desde 1883 a la fecha, a la moneda nacional se le sacaron trece ceros, por lo que un peso actual equivale a 10 billones de un peso de 1883. Entre 1813 y 1883 no había una moneda única y circulaban cuasimonedas de las provincias, por eso se suele partir del año 1883.
La moneda argentina ha pasado por las siguientes megadevaluaciones: ○ Octubre de 1958: 68,2 % ○ Abril de 1962: 64,5 % ○ Junio de 1975: 99,3 % ○ 2 de abril de 1981: 225,8 % ○ Febrero de 1989 : 61,1 % ○ Diciembre 2001: crisis de la convertibilidad ○ Los 8 años de Cristina Kirchner: 233 %.
Entonces viene la pregunta: ¿por qué cuestionar o criticar a quien ahorra en dólares? La gente lo único que hace es protegerse, cubrirse, ya que no tiene poder de decisión sobre la economía y la política, más allá de un voto cada dos años. Si queremos que la gente piense y ahorre en pesos, hay que darle estabilidad y previsibilidad a la moneda. Es un trabajo tremendamente complejo, donde el país y los gobiernos de turno fracasaron en forma consistente década tras década.
Y cabe otra pregunta: los sistemas de jubilación en el mundo, y el argentino en particular, están seriamente desfinanciados. Muchos quebrarán en los próximos años. La esperanza de vida en aumento, exigirá cada vez más recursos de las arcas exhaustas del país. Los trabajos más informales aportaran cada vez menos a dichas arcas.
Es importante fomentar el ahorro, ya que la gente deberá contar con medios adicionales a las jubilaciones y las pensiones cuando se retire. Lamentablemente, si solo fomentamos el ahorro en una moneda “devaluada”, estaremos remando contra la corriente. La clave del ahorro es dejar de consumir hoy, postergando ese consumo para mañana. Pero si ese ahorro lo confiscan vía impuestos, inflación, devaluaciones y otras yerbas, entonces los incentivos son incorrectos.
Al país le conviene que la población ahorre, más allá de la moneda, porque la carga futura de jubilación en manos del Estado no permitirá a la mayoría de los pensionados mantenerse. Cuando el trabajador activo (35 a 55 años) tiene que ayudar a sus padres, que trabajaron 50 años y aportaron a un sistema jubilatorio que no les devuelve nada, y al mismo tiempo mantener a sus hijos, que tienen por delante años de colegio y estudio, es un esfuerzo imposible y frustrante.
Creo que llegó la hora de pensar en ofrecer a la gente instrumentos de ahorro en moneda dura, sin riesgo de pesificación (riesgo argentino, default, cross border).
Pensar en el ahorro de los argentinos para financiar actividad productiva, nos llevó a esta debacle monetaria. Es hora de pensar en la gente.

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