Una presencialidad a cualquier costo

Escribe Víctor Hutt -docente, y rector titular de la Escuela Secundaria de Jóvenes y Adultos N° 12 '25 de Junio', de Concepción del Uruguay-.

Carla Vizzotti, la ministra de Salud de la Nación, estima que en septiembre se podrá volver a cierta normalidad. Faltan dos meses para ello. Se espera que en ese momento converjan dos situaciones que ayuden: el cambio de clima y un gran avance del operativo de vacunación.

 

Los y las docentes de Entre Ríos queremos llegar a septiembre con vida; nosotros, nuestros estudiantes y sus familias.

 

Hoy fallecieron tres personas en Concepción del Uruguay. Está sucediendo seguido y lo que es una constante es el hecho de permanecer con las camas de Terapia Intensiva colapsadas, en ciudad y en ciudades vecinas.

 

En 2020 nos ordenaron no pisar las escuelas y nos pusimos a trabajar en nuestras casas, en muchos casos el doble del tiempo por el que recibimos un salario. Había que hacer el esfuerzo por mantener el vínculo con los pibes y pibas. La mayoría de los y las docentes recibían mensajes a la una de la madrugada, sábados y domingos, ¡y los respondían!, no importaba que no fuera horario laboral, importaba mantener el vínculo.

Fue un año desgastante, de mucho sacrificio, pero de un gran placer al poder llegar al fin del año con la mayor cantidad de estudiantes cursando en forma virtual. Nos faltó de todo: recursos personales y escolares, muchísimos docentes hicieron magia pedagógica con un pobre celular y muchos pibes sufrieron por no tener en funcionamiento el plan Conectar Igualdad y no recibir ninguna ayuda desde el Estado para mantenerse cursando, ni siquiera fondos para fotocopias para las escuelas para poder hacerle llegar a quienes no tenían conectividad.

 

El año 2020, cursado en virtualidad, más allá de todos los esfuerzos, fue un año de debilidad en cuanto al desarrollo pedagógico, pero un año de fortalecimiento en nuestras convicciones de hacer el esfuerzo por los estudiantes, por todos y todas y se lograron grandes resultados.

 

En 2021, con el Covid circulando con mayor intensidad que en 2020 hicimos el esfuerzo de iniciar el año en marzo: construimos, sostuvimos y respetamos protocolos, nos hicimos cargo de los termómetros para controlar el ingreso, nos aferramos al multiuso para bañar en alcohol a cada persona al ingresar a la escuela, abrimos las ventanas y en medio de la pandemia, corriendo riesgo de contagiarnos, iniciamos el año con clases presencial, marzo, abril y también en mayo.

 

Pero llegó el invierno: pibes congelados con las ventanas abiertas, crecimiento de las curvas de contagio y de personas muertas, entre ellas varios docentes en el país y también en nuestra provincia, camas de Terapia Intensiva que llegan a estar ocupadas en un 100% en todas las ciudades, camas que se van liberando “gracias a las muertes”, como dijera desafortunadamente un intendente, pero lamentablemente es una expresión que refleja la realidad.

 

Permanentemente escuchamos el mensaje de no generar conglomeraciones, pero las escuelas generan precisamente eso, grupos de personas compartiendo un aula, aunque nos encarguemos de los protocolos. Grupos de personas amontonadas a la entrada y a la salida, grupos de personas transitando para llegar a las escuelas, la mayoría no vacunadas.

 

En estos días comenzó el operativo de vacunación para docentes y digo comenzó porque falta mucho: falta alrededor de un 40% de docentes que no han sido vacunados y los que felizmente fuimos vacunados, me incluyo, debemos esperar un tiempo para que se produzca la inmunidad, pero comprobamos la bajeza de algunos funcionarios y de algunos comunicadores que difunden sus mensajes, que pretenden reprocharnos que estamos vacunados y con eso obligarnos a concurrir a las escuelas en forma presencial, haciéndose los boludos y ocultando que falta un gran porcentaje recibir las vacunas y los vacunados aún no estamos inmunizados.

 

El Gobierno entrerriano nos obliga a concurrir a las escuelas, a docentes y a niños, niñas, adolescentes y adultos, sin importar que no hay inmunización, que hay una cantidad de casos preocupantes, que hay muertes todos los días, que sufrimos al ver a nuestros alumnos tiritando de frío y sentimos vergüenza al verlos, como adultos responsables y que además si cualquiera de esos niños, niñas, adolescentes, adultos, docentes o familiares, se enferma, no tendrá camas para intentar salvar su vida.

 

Hoy siento orgullo por la docencia entrerriana, como lo sentí en 2020, porque la mayoría dedica el doble de tiempo laboral para llevar adelante el trabajo desde la virtualidad, que es mucho más difícil que el trabajo presencial. Implicó aprender todo de nuevo, probar, crear herramientas, utilizar nuevos métodos, todo diferente a lo que hemos hecho durante nuestra carrera docente. Les aseguro que en mi caso, con 27 años de trabajo en la docencia, ingresar al aula y dar mi clase me resulta una de las tareas más sencillas que puedo realizar, pero el trabajo en la virtualidad vino a destruir mi estructura de trabajo, y a eso lo tengo que compensar con horas y horas de trabajo extra a mi jornada laboral.

 

Todo ese esfuerzo de la docencia no se hace por quedarnos en nuestras casas y no ir a trabajar, porque trabajar de nuestras casas es mucho más difícil. Lo hacemos porque entendemos que es la forma de cuidar la vida de la población, lo hacemos porque acompañamos el esfuerzo que nos pidió el Gobierno en 2020, pero lamentablemente vemos que en este 2021 el Gobierno tiene otras prioridades, que tienen que ver con las mezquinas presiones electorales que se generan desde varios sectores. Los docentes no cambiamos, cambió la mirada del Gobierno. Es cierto que falta conectividad para muchos estudiantes, pero esa fue la solución que debió resolverse desde el Gobierno. Los docentes hacemos nuestro esfuerzo, si no alcanza es porque se destruyó el plan Conectar Igualdad, porque las millonarias empresas que comercializan internet no liberan los datos para los pibes: por allí se debe buscar la solución, no apretando con el látigo de los descuentos a los y las docentes.

 

Un gran trabajo educativo se podría hacer si, habiendo iniciado en forma presencial durante los meses de marzo, abril y parte de mayo, pasamos al trabajo virtual durante los peores meses para enfrentar al Covid, damos tiempo al plan de vacunación y volvemos a las clases presenciales en septiembre, el momento que señala como posible la ministra Carla Vizzotti, pero con todos y todas con vida.

 

En estos días estamos viendo uno de los actos más perversos de la historia del Gobierno entrerriano, desde la decisión del gobernador, acompañado por el presidente del CGE y por varios vocales políticos del CGE, nos obligan a concurrir a las escuelas en el peor momento, a poner en riesgo la vida de docentes, estudiantes y familias y ante nuestra férrea decisión de cuidar la vida, dictan una resolución que ordena a directivos a cargar inasistencia injustificada a aquellos docentes que trabajen desde la virtualidad. Nefasto, perverso. Más arriba mostraba que el trabajo virtual implica sobrecarga de trabajo, pues bien, a esos docentes sobrecargados de trabajo habría que cargarle una inasistencia para descontarle el día, por no trabajar presencialmente, aunque trabajen más de lo que les corresponde.

 

Lo que implica esta orden del Gobierno es que un directivo, que recibe consultas de docentes todo el día, que nos demuestra que están trabajando a toda hora, que nos consta por sus mensajes que están en la escuela gran parte del día, aunque estén en su casa, tendríamos que castigarlos poniendo inasistencia y descontando el día a su sustento familiar. Si se descuenta el día su familia no come, se sobrecarga de trabajo por su compromiso en la virtualidad y la devolución que el Gobierno entrerriano pretende es que le saquemos un plato de comida a sus hijos y pretende que los ejecutores de esa perversidad inhumana seamos los trabajadores que desempeñamos cargos directivos.

 

Perversos con los docentes, perversos con los directivos, perversos con los niños y niñas que se congelan en las aulas, perversidad que nos manda a enfermarnos sin contar con camas de hospital para recibirnos.

 

Si ese es el camino de ganar elecciones, lo digo por oficialismo y oposición que presionan a la presencialidad sin importar la vida, ¿no sería mejor perder elecciones?

Si llegan al Gobierno gracias a estas posturas políticas, ¿qué podremos esperar después?

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