La pelea de Cristina Kirchner y Alberto Fernández no tiene retorno

La pelea de Cristina Kirchner y Alberto Fernández no tiene retorno: los detalles de una tregua que durará hasta las elecciones 

Tras la derrota en las PASO y la crisis del gabinete, el Presidente buscó recomponer su poder con los gobernadores e intendentes del PJ.

Por  (TN)

Pasaron solo nueve días de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En los hechos, se votó para elegir qué precandidatos de cada partido serían los postulantes oficiales que disputarán los votos de los comicios generales del 14 de noviembre. En esa fecha se eligen diputados y senadores. La lucha por el poder real.

Las PASO fueron una catástrofe política para Alberto Fernández y Cristina Fernández.

El oficialismo, en esa “gran encuesta” de resultado concreto que son las PASO -la metáfora es del Presidente-, perdió ante la suma total de todos los precandidatos opositores que pelearon en internas del mismo espacio. El resultado a nivel nacional fue de 41,8% a 31,4 %.

La mitología peronista afirma que sus dirigentes hay una sola cosa que no le perdonan a un compañero: “el ridículo”. Es una verdad a medias. Peronistas ridículos hay muchos, desde hace mucho tiempo.

Es lo que pasó el domingo 12 de septiembre. Y es por eso que el oficialismo implosionó. Los aliados del Frente de Todos no tenían un vínculo suficientemente firme y de confianza como para soportar un fracaso en la urnas.

En solo cinco días hábiles, la vice operó en público y en privado para “intervenir” buena parte del Gabinete Nacional del Presidente.

Ningún otro acontecimiento nacional ocurrido desde que el PJ volvió al poder en diciembre del 2019 movilizó tanto a las facciones internas del Frente de Todos como el resultado negativo de las PASO.

Renuncias a disposición del Presidente presentadas por buena parte de sus ministros “cristinistas”. Se sucedieron dos discusiones fuertes entre los Fernández sobre cuándo y cómo se debía renovar el Gabinete: una fue en el búnker K el mismo domingo del desastre. La otra charla ocurrió a las 48 horas en un encuentro en la Residencia Presidencial Olivos. No se pusieron de acuerdo. La vice apretó su botonera para que sus fieles mostraran que eran capaces de “vaciarle” el Gobierno al Presidente de la Nación quien es, a la vez, Presidente del Partido Justicialista.

Aun esa crisis no había terminado cuando la vice hizo pública una carta en la que intentó dejar en claro que ella quiere marcar la política económica y elegir o “sacar” funcionarios de la Casa Rosada. Empezó entonces “el Combate Peronista”. Alberto Fernández apeló a gobernadores del PJ, a intendentes del conurbano bonaerense y a entidades históricas y clásicas del Partido Justicialista (PJ) para medir fuerzas, como la CGT.

El Gabinete cambió, como ya se conoce, con bajas y subas que intentaron mantener un equilibrio entre los hombres y mujeres del Presidente y su vice.

Esta pequeña gran batalla que sucedió dentro del más amplio y trascendente Combate del Peronismo, que continúa. Fuentes oficiales afirman que tras las elecciones generales del 14 de noviembre volverá a haber una renovación.

Mientras tanto, el Presidente nombró a uno de los gobernadores más emblemáticos del PJ como nuevo jefe de Gabinete. Es Juan Manzur. Mandatario de Tucumán. El sábado se reunió con buena parte de los otros jefes provinciales del peronismo. La llegada de un “primus inter pares” al puesto en el que fue designado Manzur, el que tiene la misión de coordinar al resto de los ministros, supone un avance del PJ en la gestión.

A través de ese representante, los mandatarios peronistas tendrán mayor acceso a la intimidad del poder y sus beneficios.

Manzur ya había hablado de su nueva designación con el Presidente, pero la vice lo resistía. Ocurre que el ahora jefe de Gabinete se había animado a adelantar que existía un nuevo líder del peronismo y que éste era Alberto Fernández. Ella lo crucificó. Incluso lo criticó en el primer acto de esta campaña electoral que protagonizó en Lomas de Zamora.

El sábado, el Presidente viajó a La Rioja y se reunió con otros diez gobernadores del PJ oficial, mientras que otros cinco escucharon las nuevas directivas políticas de la Casa Rosada, en las que se les prometió mayor influencia en la administración nacional y más flujos de dinero estatal para culminar obras públicas en sus distritos o para tapar agujeros financieros en sus déficits. De paso, Alberto Fernández los involucró de modo personal en una campaña electoral de difícil resolución positiva para el Frente de Todos. La vice no fue a La Rioja. No fue tampoco al acto de jura de los nuevos ministros en la Rosada. La disputa personal con el Presidente es total.

El fin de semana, ella debió terciar sobre otro nuevo asedio del poder del PJ a una gestión que ella considera un calco de sus ideas: la del gobernador bonaerense Axel Kicillof, otro de los grandes derrotados en las PASO del 12 de septiembre.

Viejos conocedores de los vericuetos del poder provincial, esta vez los jefes comunales del PJ de Buenos Aires, sobre todo aquellos del populoso Conurbano, muchos de ellos derrotados en sus localidades por precandidatos de la oposición, tuvieron varias reuniones con el mandatario provincial tras los comicios. El combate del peronismo se libra en distintas partidas de ajedrez político simultáneas.

Hacía meses que le reclamaban a Kicillof que les abriera el juego en su Gabinete. Él se negaba. No es peronista, si es que se le pregunta sobre esa característica a varios de los jefes comunales afines a ese partido político con tradiciones y hasta una forma de ejercer el poder con cualidades propias.

Al revés que con el Presidente, la vice instigó ahora, con apoyo e impulso de su hijo, el diputado Máximo Kirchner, provocó otra avanzada dentro del diverso combate del peronismo. Hizo viajar a Kicillof a El Calafate, Santa Cruz, donde estaba descansando, para que éste aceptase y entendiera por qué le correspondía ceder a tres de los cargos más importantes de su gobernación a intendentes del PJ en ejercicio.

La jefatura de Gabinete pasó a ser ocupada por el jefe comunal de Lomas de Zamora, Martin Insaurralde. No es de la confianza de Kicillof, quien ya debe negociar con el lomense las leyes que necesita votar en La Legislatura Bonaerense.

En el ministerio de Obras Públicas asumió otro intendente peronista: Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas.

En la Secretaría General del Gobierno desembarca Cristina Álvarez Rodríguez, sobrina nieta de Eva Perón. A Kicillof no le gusta perder esos cargos. Pero los pedía el peronismo. En Combate.

Cedió. El 14 de noviembre se votan las elecciones generales. El PJ avanza en el poder por donde y con quién puede.

Continuará.

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