En 2022, el 43,5% de las escuelas públicas no tuvieron internet
BRECHA DIGITAL. Así surge de un estudio de dos ONG; el plan Conectar Igualdad, recortado.
Aunque el Gobierno se había comprometido a asegurar la conexión a internet del 90% de las escuelas públicas del país para 2022, al finalizar el año pasado solo se había alcanzado el 56,5% de cobertura. así surge de un informe realizado por la asociación Civil para la Igualdad y la justicia (aCIj) y amnistía Internacional argentina, sobre la base de pedidos de acceso a la información de datos públicos. Una de las razones de la situación fue el recorte de fondos al plan Conectar Igualdad.
En 2022, el gobierno nacional se comprometió a asegurar la conexión a internet en el 90% de las escuelas públicas del país. Sin embargo, al finalizar el año solo se alcanzó el 56,5% de cobertura. El objetivo era garantizar conectividad en 45.343 de las 50.382 unidades educativas existentes a finales de 2021, pero apenas se llegó a 28.479. Por lo tanto, hubo más de 21.000 establecimientos de gestión estatal sin ese servicio.
Los datos surgen de un informe realizado por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y Amnistía Internacional Argentina sobre la base de una serie de respuestas a pedidos de acceso a la información pública, que busca exigir al Estado el cumplimiento de sus responsabilidades para así asegurar el ejercicio del derecho básico a una educación de calidad yen condiciones de equidad.
Consultados, desde el Ministerio de Educación de la Nación dijeron a que en este momento, a la nacion casi seis meses de la fotografía que expone el informe, están conectadas 38.535 escuelas de un total de 50.477. Es decir, el 76,3%.
Ahora bien, ¿esa cobertura es homogénea a lo largo y a lo ancho del país? Para Alejandro Artopoulos, director de Investigación y Desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés, el acceso a internet en las escuelas argentinas es “bastante irregular”.
“En general, falta en los colegios que están en pueblos del interior de las provincias, pero de repente tenés un pueblo con conexión de fibra óptica por el plan Argentina Conectada que hizo De Vido [Julio, exministro de Planificación Federal] en el segundo mandato de Cristina Kirchner. Ese pueblo fue bendecido con alta conectividad de casualidad, porque no fue algo planificado. No hay un plan de internet pedagógica para el país. El tema se planteó recién en este gobierno y después de la pandemia”, dijo.
Datos preliminares suministrados por el Ministerio de Educación dan cuenta de esa disparidad nacional. En 2022, el 74% de las escuelas primarias estatales de la Argentina tenían acceso a internet, pero este porcentaje difirió según la provincia. Las tres jurisdicciones con menor cobertura fueron Santiago del Estero (25%), Entre Ríos (35%) y Chaco (45%). En el otro extremo, las de mayor conectividad fueron la ciudad de Buenos Aires (100%), San Luis (100%) y Córdoba (99%); Santa Fe, que en la tabla de 2021 publicada online figuraba con el 100%, en la información de 2022 aparece con el 57%, lo que podría deberse –dijeron los voceros– a un retraso en la actualización.
La cartera educativa no brindó información oficial sobre la situación en los establecimientos de gestión estatal del nivel secundario.
“Se conectaron 16.000 escuelas menos de las planificadas y quedó a la vista que hay un problema con la educación rural. Las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Chaco y Santiagodel Est ero fueronl asqueen 2021 tenían el mayor déficit de escuelas por conectar”, explicó Francisco Rodríguez Abinal, coordinador de Derechos Sociales de la Niñez de ACIJ.
En cuanto a los motivos por los que se genera esta desigualdad en la conexión, Fabio Tarasow, coordinador académico del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), consideró que lo que sucede en las escuelas es un espejo de la conectividad en el país. “En los centros urbanos la conectividad es mejor; si te alejás, es peor o no hay. Muchas veces la conectividad viene acompañada de políticas provinciales o municipales y hay provincias más ricas o con mayor estímulo al desarrollo que otras. Lo mismo en el interior de las escuelas. Hay algunas donde le ponen mucha garra y otras en las que no. Hay un espectro amplio”, describió.
De acuerdo con los autores del informe, la pandemia y la suspensión de clases presenciales durante 2020 y buena parte de 2021 evidenciaron y profundizaron situaciones de desigualdad entre los niños y los adolescentes que accedieron a dispositivos electrónicos y conexión a internet, y quienes no contaron con estos recursos para sostener su escolaridad.
Achicar la desigualdad digital
En ese sentido, según los especialistas, contar con conexión a internet es fundamental para achicar la desigualdad digital. Sin embargo, no es suficiente. “En aquellos lugares donde hay internet de base, puede haber problemas de cableado, de velocidad o de acceso porque hay que considerar que las escuelas muchas veces están en zonas adonde llega internet, pero no tienen el presupuesto para contratarla”, consideró Artopoulos.
Tarasow coincidió con esta idea: “La conectividad no es algo que llega y ya está. Hay que mantenerla, y no siempre se tienen los recursos para gestionar el mantenimiento. Hay problemas estructurales de la Argentina y las políticas de conectividad han sido ambivalentes”.
Además, el experto mencionó la importancia de acompañar la conectividad con una propuesta pedagógica. “La repercusión de la conectividad en la educación no es automática. No es que si no tenés conectividad, tenés una muy mala educación, o viceversa. La cuestión más importante es qué se hace con la conectividad. Se puede tener internet, no aprovecharla y que termine siendo un distractor para los chicos. Por ejemplo, si hay internet, pero el docente da una clase tradicional, el chico saca el teléfono y se pone a hacer otra cosa. Tiene que haber una propuesta pedagógica que le dé sentido a esa conectividad”, afirmó.
En relación con eso, una encuesta del Observatorio Hacer Educación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) mostró que tanto la población general como los miembros de la comunidad educativa coinciden en que se necesita más tecnología aplicada a la educación, pero no en cualquier formato. Mientras el uso de la tecnología en el aula apareció como la solución a la mayoría de los problemas educativos, se registró un rechazo al uso de teléfonos celulares en el aula y el aprendizaje vía redes sociales.
Según la ACIJ y Amnistía Internacional Argentina, la falta de cumplimiento del objetivo asumido para el año pasado se debió al recorte presupuestario que sufrió el programa Conectar Igualdad, un plan lanzado en 2010 por la entonces presidenta Cristina FernándezdeK ir ch ner que tiene como metas la distribución de material educativo y tecnológico, y el despliegue de acciones de conectividad.
“El Estado nacional reconoció la gravedad del problema [de la desigualdad digital evidenciada durante la pandemia] y había asignado más de $90.000 millones al programa Conectar Igualdad. Sin embargo, el programa sufrió una serie de recortes de los fondos asignados; solo se ejecutaron $43.000 millones, es decir, el 47,7%”, dijeron los autores del informe.
Al respecto, Rodríguez Abinal opinó: “Conectar Igualdad es fundamental para abordar la desigualdad entre estudiantes y solo se ejecutó la mitad de estos recursos en 2022. Muchas veces la conectividad es una condición de posibilidad para estudiar y una herramienta fundamental. La pandemia lo dejó demostrado. El uso de herramientas tecnológicas en general hace al acceso, la permanencia y el egreso de los alumnos. Es parte del derecho a la educación de los y las estudiantes, y es fundamental que el Estado esté presente tratando de cerrar la brecha digital”.
Según Artopoulos, para conectar al 90% de las escuelas del país se necesitarían al menos seis años de trabajo con todos los recursos necesarios y con participación del sector privado. Como ejemplos a observar, mencionó dos experiencias. Por un lado, el Plan Ceibal, llevado adelante en Uruguay desde 2008, que logró conectar a todas las escuelas primarias del país, públicas y privadas, en cinco años. “El esfuerzo fue de la compañía estatal de telefonía, pero así y todo necesitó del apoyo de Google”, dijo.
Y, por otro, el plan E-Rate, de Estados Unidos. “En 2012 asumió Barack Obama y descubrió que el 70% de las escuelas públicas no tenían internet. Entonces lanzó un plan público-privado y, cuando terminó su mandato, le entregó la presidencia a Donald Trump con el 80% de las escuelas conectadas. Hoy sigue vigente como una política de estado”, sostuvo.
“Cerrar la brecha de conectividad es el primer paso para cerrar la brecha digital. No se cierra solo conectando, sino en este segundo nivel: qué se hace con la conectividad para formar ciudadanos digitales. Es necesario obtener la conectividad o pensar maneras alternativas como armar bibliotecas o centros de información con buena conectividad en los pueblos para que los chicos no queden privados de esta educación”, agregó Tarasow, para quien las claves para terminar de conectar a las escuelas que se encuentran más lejos o con contextos adversos son la decisión y voluntad política y la inversión.
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