La diplomacia como refugio

Israel
Luis María Serroels
Especial para ANALISIS
En la ocupación de cargos públicos existen exigencias que obligan al pleno conocimiento específico y a la exhibición de los más altos valores. La audacia desmedida y la desfachatez son socias. El hombre íntegro es el único que debe ejercitar los suficientes valores morales y tener la conciencia limpia al momento de aceptar o declinar una designación. La humildad debe ser su sello principal.
Los nombramientos que el Poder Ejecutivo Nacional dispuso para cubrir el cargo de ministro de Relaciones Exteriores y de un par de embajadores en países muy especiales, donde se debe actuar con conocimiento pleno y amplio de sus respectivas historias, idiosincrasia, modos de vida, líneas políticas frente al contexto internacional y permeabilidad para trazar relaciones estables y asegurar un intercambio económico y cultural entre muchos otros aspectos, han llamado la atención.    
Es interesante citar a Philippe Cahier cuando afirma que “La diplomacia es la ciencia de las relaciones y de los intereses respectivos de los Estados entre sí. Y en un sentido más determinado, la ciencia y el arte de las negociaciones”.
En nuestro país y en casi todos los países latinoamericanos, hablar de Cancillería y de Ministerio de Relaciones Exteriores, es lo mismo. Puede asegurarse que esta cartera se constituye en una de las más sensibles en tanto el buen entendimiento global y la armonía inter-naciones transcurre por allí. Todo esto sea dicho para tomar dimensión de cuánto debe evaluarse a la hora de escoger embajadores.
Brasil, el gigante americano y uno de los países más grandes del planeta, cuya población es hoy de 216.485.053 habitantes y una densidad de 25/h por km2 –cuyo idioma lo diferencia de sus hermanos del continente- es una Nación poderosa con la que nunca fue sencillo mantener relaciones equilibradas, demandándose atención permanente porque –aceptémoslo- siempre existe una puja por intereses económicos o por equilibrar la balanza comercial. Hoy también enfrenta una crisis interna, en especial de orden político-institucional que repercute en todos los ámbitos. Su presidente se caracteriza por definiciones a veces agresivas y ajenas a los cánones de la disciplina diplomática.
Israel soporta décadas de graves acontecimientos. No se logra saldar la recurrente cuestión Palestina, la violencia terrorista, las turbulencias regionales y los grupos islámicos activamente agresivos que amenazan persistentemente la integridad y seguridad del Estado judío. A mitad de este año la nueva embajadora israelí Galit Ronen, planteó seriamente en charlas reservadas el tema vinculado con el acuerdo con Irán que buscó deslindarles responsabilidades a sus terroristas en la explosión de la AMIA y que además tuvo un repudiable colofón con el asesinato del corajudo fiscal Alberto Nisman. Ambos países conservan una sólida amistad desde hace siete décadas y esto permite afirmar que nuestro representante debería disponer de una fuerte formación, experiencia, tacto y prudencia a toda prueba.
¿Qué preparación específica en diplomacia, alto grado de capacidad negociadora, espíritu conciliatorio, alta percepción de los hechos que puedan amenazar las buenas relaciones, entre otras capacidades exhiben los futuros embajadores escogidos por nuestra Cancillería? (al menos que puedan exponer algo de lo que menciona Cahier).
Argentina cuenta con institutos muy calificados que preparan a futuros miembros del cuerpo diplomático. El del Servicio Exterior de la Nación organiza Concursos Públicos de Ingreso para seleccionar a los aspirantes a miembros del Cuerpo Diplomático Argentino. Pero se desconoce si, como título supletorio habilitante, se puede exhibir haber sido campeón de motonáutica devenido en gobernador conflictivo (con denuncias por corrupción) o también gobernador y legislador provincial (con múltiples imputaciones en los tribunales, a las que hábilmente viene esquivando). ¿Cómo lograr que Brasil e Israel le concedan el placet correspondiente y dispongan de las respectivas cartas credenciales con un “propedéutico” inexistente? Claro que si el responsable principal de la Cancillería es un Ingeniero Agrónomo, estamos acercándonos a una inolvidable obra de Les Luthiers donde se designaba a un brigadier a cargo de Vías Navegables, a un almirante al frente de la cartera de Asuntos Agrarios y a un cabo como ministro de Educación. La realidad suele superar a la ficción.
Nuestro país ostenta un Premio Nobel de la Paz (1936), Carlos Saavedra Lamas, entonces Canciller cuando sus oficios lograron ponerle fin a la cruenta Guerra del Chaco. Político, diplomático y jurista, decía que “los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”. Si hay algo sobre lo cual los mandatarios deben poner un especial ojo clínico es en la conformación del cuerpo diplomático. Con todo respeto, señor Fernández, sus referidas designaciones de personas sin preparación adecuada parecen responder a dos cosas: saldar algún favor político o ayudar a zafar de la telaraña judicial.    
Las facultades de que dispone un mandatario no significan una carta blanca para soslayar el sentido común, el respeto por la ciudadanía y, en el caso particular de la renovación de embajadores, un detenido examen del desempeño de cada uno, confirmando o trasladando según las circunstancias. Pero nunca puede aceptarse que se designe a legos en tan altas responsabilidades. No considerar en profundidad los méritos de cada uno, es una virtual burla para la carrera diplomática que se asienta en la calidad de cada profesional y su trayectoria.
Haber designado a Daniel Scioli y Sergio Urribarri en semejantes funciones, es ciertamente ofensivo. La justicia entrerriana seguramente ya advirtió que el improvisado nuevo hombre de la diplomacia busca escapar de los magistrados, a quienes se les toma por tontos a la hora de enfrentar la ley.
La procuradora Adjunta y titular de la Oficina Anticorrupción, Cecilia Goyeneche, aclaró que los juicios seguirán su curso normal, advirtiendo que los fueros como embajador no tendrán ninguna incidencia en tanto sólo se aplican en la jurisdicción donde cumplen su función. El de Urribarri debe ser el único caso en que el imputado busca imponer fechas a los jueces y fiscales. ¿Sabrán los tribunales imponer debidamente su autoridad? 
La noción de diplomacia implica diversas ideas asociadas a ese ámbito. Hace referencia a la comprensión, la voluntad de diálogo y el entendimiento aplicado a las relaciones internacionales. Demanda buena voluntad y si falla le abre las puertas al uso de la fuerza. No es ocioso recordar también, que exige que los futuros diplomáticos de carrera accedan a los institutos especializados. Algo que en la Casa Rosada parece haberse guardado en un baúl. Al momento de cerrar esta nota, se desconocían las razones que llevaron a elegirle a Urribarri un país para el cual se requiere un diplomático muy avezado, con la debida experiencia y, desde luego, sin causas penales abiertas.
Lo cierto es que se ha dado una sonora bofetada en el rostro de la sensatez y abierto un gran portalón a la desvergüenza.

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