Diputadas en el barro
Hay legisladores/as que dan un espectáculo lamentable: muchas veces el carácter de “ordinario” de las sesiones parece tener que ver más con el contenido que con la frecuencia.
“Señores Diputados: quedáis instalados en vuestro Palacio, la nueva casa de las leyes, en cuyo recinto nos es dado esperar que no se escucharán sino acentos elocuentes de controversias y debates concordantes con la tradición de intelectualidad y cultura de los congresos argentinos...”. El presidente José Figueroa Alcorta inauguraba así, el 12 de mayo de 1906, las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación en el entonces flamante edificio, donde sigue funcionando ahora.
Cuesta imaginar qué diría aquel presidente ante el espectáculo lamentable que ofrecen hoy algunos/ as de los legisladores, en las antípodas de aquella “tradición de intelectualidad y cultura” y donde el carácter de “ordinarias” de las sesiones parece tener más que ver con el contenido que con la frecuencia.
Invitada a un programa de televisión para hablar sobre el conflicto del Hospital Garrahan, la diputada libertaria Juliana Santillán intentó desacreditar el reclamo de una residente, con un sueldo de $800.000, con un dato, falso: dijo que la canasta básica total de una familia era de $ 360.000. Lo que la legisladora ignoraba era que esa cifra correspondía sólo a una persona, para no quedar por debajo de la línea de pobreza. Y que el costo del alquiler no está incluido.
La inefable Lilia Lemoine, la cosplayer reconvertida en diputada, subió la apuesta, y sobre los médicos del Garrahan dijo: “Si sos médico y no te sirve el sueldo, siempre podés renunciar y trabajar de algo que a vos te convenga o te sirva”, para concluir con un “Basta de creer que uno gana porque ‘lucha’. Uno gana acorde a lo que vale en el mercado. Me hartaron”. Lemoine es la misma que entendía por “reactivación económica” que un arquitecto manejara un Uber para poder pagar la tarjeta.
Florencia Carignano, diputada de Unión por la Patria, la emprendió contra su par Gerardo Milman, con un “celebro que haya dejado los fármacos que lo tenían dopado, hecho una lechuga, ahí tirado”, para descalificar después a otras diputadas (“Callate la boca, vos, gato”, “callate vos, loca”). Luego de reafirmar que “el Congreso está lleno de gatos”, se quejó del “nivel intelectual de las diputadas y diputados lilla bertarios, muy básico, elemental”. No quedó claro cómo su aporte lo mejoraría.
Emiliano Estrada, diputado nacional de La Cámpora, fue imputado por supuesto uso de fondos públicos para armar campañas de fake news en redes contra sus rivales políticos. Dos de sus empleados en la Cámara ya admitieron su culpabilidad, dijeron que seguían órdenes de Estrada, y fueron condenados.
Quiso la casualidad que coincidiera con el Día del Periodista la inédita transmisión televisiva, a cargo de CNN, de la penúltima función teatral de “Good night, and good luck” (“Buenas noches, y buena suerte”) la obra protagonizada en Broadway por George Clooney, que recrea el enfrentamiento del periodista estrede CBS Ed Murrow con el senador Joseph Mc Carthy y su desquiciada cruzada anticomunista.
McCarthy ya no está, pero los aplausos que celebran la obra demuestran la vigencia de un discurso, no sólo en los Estados Unidos de Trump. Mirando a cámara, Clooney-Murrow dice: “No debemos confundir el disentimiento con la deslealtad. No caminaremos con miedo el uno del otro. No seremos empujados por el miedo a una era de sinrazón (...) No somos descendientes de hombres temerosos, ni de hombres que temían escribir, hablar, asociarse y relacionarse, defender causas que por el momento eran impopulares. Este no es el momento para que los hombres que se oponen a los métodos del senador McCarthy guarden silencio. Podemos negar nuestra herencia y nuestra historia pero no podemos eludir la responsabilidad por el resultado”.
Y citando a Cassius, en el Julio César de Shakespeare, remata: “La culpa, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos”.
Comentarios
Publicar un comentario