Sergio Daniel Urribarri, uno de los tantos nuevos ricos inexplicables de la gestión kirchnerista en el país

Sergio Urribarri

El sueño del abuelo fue quedarse


Por José Carlos Elinson
(Especial para ANALISIS)

Fueron días y noches sin destinos precisos, fueron mares sin nombre y nombres que remitían a puertos sin retorno y a afectos lejanos, cada vez más lejanos que en los muelles quedaban a la buena del tiempo esperando otros barcos que atravesando mares los llevara a ancladeros de paisajes distantes con la esperanza a medias y los sueños dormidos.
Entre embates diversos se despertaba el siglo. Era el siglo XX, el de aquellos abuelos que llegaban de Europa en pos de una vida de logros postergados y algún sueño amoroso que le aromaba el alma. Así llegó el abuelo, con los brazos abiertos a otros amaneceres.
Fueron días y noches de trabajo a destajo disputándole espacios al desierto implacable. Fueron noches y días en que el imaginario fue cediéndoles espacios a construcciones pobres de perfiles precarios donde tiempo y trabajo fundarían los pueblos, los puertos y ciudades.
Pero no sólo tiempo y no sólo trabajo: había que ponerle fin a la trashumancia y lograr un estado que albergara judíos dispersos por el mundo. Tuvo que correr sangre, que defender fronteras y los hijos de la patria en ciernes en pos del milagro dejaron la vida en el desierto ardiente.
El 14 de mayo de 1948, de la mano del prócer David Ben Gurion, el flamante Estado de Israel comunicaba al mundo su existencia plena y su disposición para albergar a los judíos que todavía permanecían dispersos por el planeta.
Con opiniones a favor y no pocas en contra, Israel apostó a su instalación definitiva y a un crecimiento que todavía asombra al mundo.
Los argentinos llevamos grabados a fuego en la memoria los acontecimientos más crueles de este lado del mundo: el ataque terrorista a la Embajada de Israel en la calle Arroyo al 900 de la Ciudad de Buenos Aires el 17 de marzo de 1992 y la voladura de la AMIA en la calle Pasteur al 600, también en la Ciudad de Buenos Aires.
Ninguno de los atentados fue suficientemente aclarado.
Buenos Aires, Argentina enero de 2020. El flamante presidente Alberto Fernández designa embajador argentino ante el gobierno de Israel al ex gobernador de Entre Ríos y ex presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, Sergio Daniel Urribarri, uno de los tantos nuevos ricos inexplicables de la gestión kirchnerista en el país.
Ocho causas graves pesan sobre el ex funcionario y embajador en ciernes y para algunos observadores Alberto Fernández le obsequió una representación diplomática lo suficientemente lejana como para diluir en tiempo y espacio los diferendos del ex funcionario provincial con la justicia de este estado.
Si algo le sobra a la Argentina es personalidades que podrían asumir y dejar bien parado al país y conducir adecuadamente los destinos de la convivencia diplomática entre Israel y Argentina. Entre todas esas personalidades, Sergio Urribarri aparece ausente.
El Presidente Alberto Fernández le ha asestado la primera bofetada emparentada con el desprecio a una comunidad relacionada por historia y por sangre con la Provincia de Entre Ríos.
El desconocimiento puede ser comprensible en cualquier persona, pero cuando se trata de un primer magistrado suena más a desinterés e ignorancia.
El sueño del abuelo fue quedarse.
¿Hubiera sido igual en estos días?

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