La deuda en dólares de Entre Ríos y la experiencia de Kicillof

Kicillof pagó y se acabó la novela, aunque sea por un rato. Por acá, por Entre Ríos digo, en algún momento tendremos la nuestra pero todavía falta un tiempo. La provincia tiene una deuda de 500 millones de dólares que vence en tres tramos iguales durante 2023, 2024 y 2025 y por ahora solo tenemos que pagar intereses. Esa cuenta, con un interés de 8.75% le implica a Entre Ríos un desembolso anual de casi 45 millones de dólares. Lejos de ser una suma pingue es sin embargo mucho más manejable que los obligados pagos de capital que se dejan ver allá más lejos.

Deberá correr mucha agua bajo el puente, incluida la reestructuración de la deuda soberana, antes de que Gustavo Bordet tenga que hacerse cargo de la primera cuota de amortización que vence durante el último año de su segundo mandato. Si uno cree la palabra de Alberto Fernández, referida a las dificultades que tiene nuestro país para hacerse de dólares, todo hace pensar que no será fácil para la provincia sortear esos tres inmensos obstáculos. Lectura que ya hoy se ve reflejada en el rendimiento del bono de nuestra provincia que hoy orilla el 24%, lo que resulta de una cotización de aproximadamente 62 dólares por cada lámina de 100.

Siendo Entre Ríos una más de una cuantas provincias endeudadas en dólares y gobernadas por el peronismo, se echa así por tierra la teoría del gobernador de Buenos Aires que pone a Macri, Vidal y compañía como responsables exclusivos del endeudamiento incremental en dólares que se dio en nuestro país durante la última administración nacional. Por otra parte, es cierto que Bordet solo se dedicó a emprolijar el desastre financiero que había dejado Urribarri, tan desastre que esos 500 millones de dólares de deuda de hoy no nos dejaron nada a cambio. Casi todo ese dinero fue para pagar gastos operativos, es decir para cerrar el déficit de funcionamiento de la provincia, o evitando eufemismos, nos endeudamos para pagar sueldos. Y encima en una moneda que ni la provincia ni la nación generan. Bingo.

En Buenos Aires el endeudamiento furioso en dólares había arrancado con Scioli, ¿se acuerdan cuando Cristina Kirchner enojada un día decidió dejar de pasarle fondos y lo obligo a buscarse otras opciones?, de hecho el bono que vencía esta semana y que finalmente se pagó había sido emitido durante su gestión. Y durante los años de Vidal, si bien la deuda oficial creció de unos 9 a unos 11 mil millones de dólares, -que poco parecen nuestros 500 millones? frente a esa otra montaña de deuda-, por otra parte también se sinceraron pasivos ocultos como deuda con proveedores y también con el Banco Provincia. En definitiva, se podrán echar culpas unos a otros pero esta práctica de endeudarse en moneda dura parece haber sido y es común a todos, aunque claro las facilidades aumentaron tremendamente durante el gobierno de Macri cuando la Argentina recuperó, momentáneamente, el crédito.

Queda para otra oportunidad el análisis de la malísima gestión negociadora de Kicillof y su administración que -mucho por improvisación y otro poco por impericia- terminó claudicando frente a la intransigencia de su acreedor mayor.? Empezaron a negociar tarde, mal asesorados, y tomando una posición agresiva que no tuvo correlato con el desenlace final donde se entregaron mansos como un cordero. Con esta experiencia al hombro, los acreedores del soberano esperan ahora a la nación con cuchillo y tenedor? en mano, imaginándose una negociación similar a la encarnada por el gobernador bonaerense.

Por ahora cualquier ajuste en la provincia lo hará casi exclusivamente el sector privado con alzas en impuestos como ingresos brutos. Lo de la deuda, si se restructura o no, será cosa de otro día.

Por estas latitudes, considerando lo apretado de las cuentas provinciales y con tamaña deuda flotando en el horizonte, el sector privado debería esperar ser el pato de la boda ya que muy posiblemente sea sobre quien caiga la mayor parte del ajuste. Si Bordet, como parece, entiende de estas cosas debería evitar cargar las tintas sobre los mismos de siempre subiendo impuestos hoy ya altamente distorsivos como ingresos brutos. Lo de la deuda, si se termina restructurando o no, será materia de otro día.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa).

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