No nos cuiden más, ya es tiempo de que nos dejen cuidar solos


Entre Ríos, tierra de repúblicas mínimas y de pequeños dictadores.
Rubén Denis / Fuente: El Entre Ríos
Las noticias en el plano económico son cada vez peores. El gobierno le pone fichas a una posible exitosa reestructuración de la deuda, pero aun con ese obstáculo fuera del camino, las perspectivas son bien sombrías. Nos acabamos de enterar que la actividad económica cayó casi 20% en abril, primer mes en cuarentena total, y ya acumula una retracción de casi 10% en el primer cuatrimestre. Números que incluso comienzan a no dejar tan mal parada a la crisis del 2001. Y esto recién empieza.

Por ahora el gobierno disfraza la malaria comparándola con la situación similar que viven nuestros vecinos y también la gran mayoría de los países del mundo. Lo que no dicen, porque no lo saben o prefieren no acordarse, es que la recuperación en los demás países seguramente sea rápida y con forma de V, mientras por aquí nos espera no una U sino más bien una L. Difícil esperar un recuperación vigorosa y saludable cuando no hay palancas para lograrlo, sin inversión, con un sector privado fundido, exprimido hasta el último centavo y que ya no puede pagar un peso más de impuestos. El estado, quebrado y desfinanciado, y con un tamaño portentoso, poco tiene para ofrecer salvo la máquina de billetes del Central, pero con este recurso ya al extremo y muy cerca de estar saturado.

En ese contexto, que, repetiremos hasta el cansancio, está siendo soslayado por las autoridades nacionales, pero también por las provinciales y ni que hablar de las municipales, la política sigue esbozando su discurso de que nos están cuidando -como todos sabemos no nos cuidan a nosotros sino a ellos mismos- y de que toda la sociedad civil tendrá que seguir cerrada hasta nuevo aviso. Incluso tal vez hasta finales del invierno, agosto o septiembre. Mientras tanto, abundan las maniobras de distracción, como cuando un vocero del presidente Fernández sale a poner a Entre Ríos como ejemplo de recuperación, alegando que por aquí la actividad ya está de vuelta en un 86%. Tal vez sea cierto, pero la evidencia empírica del día a día nos hace pensar que estamos lejos, lejísimos, de ese número.

La economía está entonces en un estado patético y ni siquiera vimos lo peor. Cierres masivos de empresas pequeñas y medianas están todavía al caer. Esto implicará despidos, y aunque ese fenómeno seguramente no se repita en el sector público, sí veremos un recorte de salarios en ese grupo de privilegiados, que incluye por supuesto a aquellos que nos saben cuidar tan bien, con todos sus familiares y amigos.

Pero la economía no es el único plano en el que las cosas van mal. Sin el extremo de Kicillof en Buenos Aires, quien parece decidido a llevarse puesta todas las libertades individuales juntas y en simultáneo si eso le acomoda a sus objetivos políticos, aquí también nos vemos coartados en nuestras posibilidades de acción y movimiento. Porque nos cuidan tan bien, casi no nos dejan salir de casa y además no nos dejan abrir nuestros negocios, nuestros talleres o nuestras plantas, salvo que revistan el rótulo de esenciales.

Pueblos cerrados e historias divagantes de si la gente elude o no terraplenes de caminos secundarios para ingresar o salir de ellos están a la orden del día. Esto se ve a diario en casi todas las localidades de la provincia. Cada pueblo se ha convertido en una pequeña república, y cada intendente en un pequeño dictador. Pero, claro, nos están cuidando. Hay sin embargo por ahí algunas excepciones, como las que se verifican en Chajarí o Crespo, donde sus autoridades parecen tener el sentido común del que carecen la gran mayoría de sus colegas. Pero, obvio, más conviene hacer la plancha con la gran mayoría y seguir apostando a la sesentena o a la ochentena, total las consecuencias de una economía destruida la pagará el gobierno central y ningún otro. Pero no estaría tan seguro si fuera cualquiera de ellos.

Así es como estamos. En una situación que me recuerda la fábula de la rana y el agua hirviendo. Si echamos una rana en una olla con el agua hirviendo, la rana saltará fuera de ella no bien toque el agua. Si en cambio la ponemos en una olla con agua fría y recién entonces la ponemos a calentar, la rana se ira acostumbrando al hervor y muy posiblemente resista estoica el calor hasta finalmente morir achicharrada.

Arrancamos esta pandemia, la que quedará marcada para siempre en nuestra memoria, haciendo las veces de la rana y con el agua más bien fría. Ese ya no es el caso. Dejemos por favor de lado el pensamiento único que nos bajan nuestras autoridades. Y utilicemos el pensamiento cítrico. En todos los frentes el calor se hace sentir y si seguimos así nos moriremos achicharrados y no enfermos de coronavirus.

Como todos ya sabemos, en Entre Ríos llevamos un buen número de días sin casos positivos y sin ningún fallecimiento que se conozca relacionado a la enfermedad. Muchos morirán de gripe este año en nuestra provincia; seguramente muchos más que el total de los enfermos de Covid-19.
Rubén Denis / Fuente: El Entre RíosINFORMACIÓN RELACIONADA

El aire libre es enemigo del coronavirus: la gran mayoría de focos de contagio se han registrado en lugares cerrados

La palabra resfriado es engañosa. Evoca al frío, pero lo que causan infecciones son los virus (o bacterias), no los grados que marque el termómetro. La temperatura puede ayudar, pero no es decisiva para la propagación de enfermedades respiratorias; no al menos de forma directa. La clave es que en invierno nos encerramos más. Las estancias poco ventiladas son el caldo de cultivo perfecto para que se concentren y se propaguen enfermedades como los catarros y las gripes. También la covid-19, que tiene en el aire libre a uno de sus principales enemigos, por lo que se va descubriendo del SARS-CoV-2, sostiene el diario El País de Madrid.

Muchos epidemiólogos hablan de un rebrote de la enfermedad en el otoño español. Lo cierto es que puede suceder en cualquier momento, pero en verano parece menos probable, igual que es más complicado pillar una gripe. Mucho se ha especulado sobre cómo el calor puede afectar a la transmisión del virus, sin conclusiones determinantes, pese a que los países tropicales han demostrado que no es un factor decisivo. Si muchos expertos confían en tener un verano sin sustos es por el aire libre.

“El viejo dicho de abrir ventanas para que corra el aire es lo mejor para [luchar contra]el virus”, afirma Antoni Trilla, epidemiólogo y asesor del comité científico del Gobierno. En lugares cerrados, continúa, es más probable que se concentren partículas en suspensión y que sean inhaladas. “Si mantenemos distancias al aire libre, la posibilidad de contagio es muy, muy baja”, subraya.

Todo es cuestión de probabilidades. A poco que se salga a la calle, el riesgo cero no existe. Es posible cruzarse con una persona con la mala suerte de que esté infectada, inhalar una gotícula con virus y contagiarse. Pero la posibilidad de que esto suceda es remota. El riesgo de transmisión crece cuanto más tiempo se esté en contacto con un enfermo, y cuanto más cercano sea este contacto, ya que la cantidad de virus inhalada influye en la probabilidad de contagio.

Los estudios que se han hecho sobre lugares de contagio indican que la gran mayoría han sido en sitios cerrados. Gwen Knight, del Centro de Modelos Matemáticos para Enfermedades Infecciosas, ha recopilado diversos estudios científicos (además de otro tipo de publicaciones). Como señala el divulgador Luis Jiménez, de los 188 focos que analiza, tan solo siete (el 3,7%) tienen como origen una actividad realizada exclusivamente en exteriores. “Desde el punto de vista del número de infecciones confirmadas, los casos de exteriores se relacionan con unas 150, mientras que los casos ocurridos en interiores se relacionan con más de 9.000”, señala Jiménez tras analizar los datos.

Ildefonso Hernández, catedrático y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, insiste en que en todos los estudios que se han publicado coinciden en que gran parte de los brotes han estallado en lugares cerrados: domicilios, empresas, restaurantes, tiendas, templos religiosos, hospitales, hoteles, funerales, conferencias. “En sitios abiertos también los puede haber, pero el riesgo es mucho menor”, sentencia.

Aunque las probabilidades bajen, sin embargo, “no son nulas”, recuerda María del Mar Tomás, microbióloga de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. “No nos deberíamos relajar tampoco al aire libre. La epidemia va mucho mejor, pero hay que tener cuidado con la sensación de que ha pasado”, alerta.

Un buen ejemplo de esto es lo que ha sucedido en Lleida, donde una fiesta de cumpleaños con 20 personas (el doble de lo que permite en la fase 1, en la que se encontraba esa región sanitaria) ha originado un brote que puede retrasar el avance de ese territorio hacia la llamada nueva normalidad. Si todo iba bien, la fase 2 tendría que llegar allí el próximo lunes, algo que parece ahora improbable.

La recomendación de Tomás es no descuidar las distancias de seguridad tampoco en espacios abiertos, si bien cree que es mejor fomentar las reuniones con familiares y amigos al aire libre y no en lugares cerrados y, a ser posible, con un número reducido de personas. “La casa nos da una sensación de seguridad que puede ser traicionera. Si hacemos una fiesta en un domicilio, puede que nos relajemos, dejemos las medidas de prevención y puede saltar una sorpresa”, subraya.

Trilla llama a aprovechar las ventajas de un país “en el que se hace mucha vida en el exterior”. Porque llegará el otoño y volveremos a encerrarnos. “El frío seco seguramente no ayude, pero el principal riesgo es que estaremos en espacios cerrados, con poca ventilación, donde la posibilidad de contagio es mucho mayor”, señala.
Solo 43 de casi 10.000 infectados en exteriores
En la recopilación que ha hecho Gwen Knight sobre los focos de contagio, solo hay realmente dos que respondan con seguridad a espacios abiertos, según explica el divulgador Luis Jiménez: “Uno se refiere al mercado de Wuhan, el del posible origen del virus (con 41 infecciones), y el otro es el de los dos amigos corredores, en el que concurrieron circunstancias añadidas que aumentaron el riesgo: cercanía durante un tiempo amplio, acompañada de conversación y/o respiración intensa”. En total, 43 casos con cierta certeza de haberse contagiado en exteriores, entre casi 10.000 confirmados.

En la mayor investigación sobre focos de contagio, hecha en China, se rastrearon más de 7.000 casos de infecciones, buscando los focos de origen. “La gran mayoría se situaron en el hogar y en el transporte. Tan solo se detectó un caso de contagio en exteriores, con dos personas involucradas, que se encontraron en la calle y estuvieron hablando cierto tiempo”, señala Jiménez.
Fuente: El País de Madrid - PABLO LINDE

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