Vuelve el trueque y se cambia ropa y trabajo por comida

● Se hace a través de las redes sociales.

Hay gente que pide ropa usada en casas de la Capital y luego la ofrece para el intercambio.

Albañiles, peluqueros, carpinteros: muchos se ofrecen para trabajar a cambio de alimentos.

CAPTURA DE TV
También en Mar del Plata. La Plaza Rocha, en la ciudad costera. Allí funciona un club de trueque similar a los del Conurbano.

Como ocurrió a raíz de la crisis de 2001, la pandemia trajo de regreso el trueque Es una muestra de la situación social en el Conurbano, donde la economía informal cayó fuertemente por las restricciones. A diferencia de aquella época, hoy se hace todo mayoritariamente de modo virtual, a través de las redes sociales. Facebook es la plataforma elegida. Muchos ofrecen su trabajo. En otros casos, la gente pide ropa usada en casas de la Capital para luego brindarla en intercambio. A veces el trueque se hace vía Web y la entrega se materializa en plazas que se convierten en ferias los sábados. Lo que se pide a cambio de servicios o mercadería son alimentos.


A comienzos de los años 2000, cuando la Argentina de la Alianza se venía a pique, los habitantes del Conurbano forjaron un fenómeno inolvidable: el de los clubes de trueque. Entonces, la gente acudía de manera masiva a baldíos, galpones y sociedades de fomento con objetos para intercambiar. Se creaba así una suerte de economía pujante, informal y sobre todo salvadora. El trueque reorganizaba comunidades en medio de la desesperación por la falta de comida, de trabajo y de Estado. Operaba como un paliativo frente al desastre social. La historia no es añorada. Nadie hubiera querido volver ahí. Pero está pasando de vuelta.


Es la escena que el gobierno nacional prefiere ignorar porque muestra que la Argentina repite vicios y que la política no consigue que los ciudadanos prosperen. Pero tiene matices nuevos, los matices característicos de esta época. Hace 20 años no existía ni siquiera una Internet extendida. Hoy las redes sociales reemplazaron al baldío o al tinglado y todo parece ser masivo de entrada.


Los invitados se multiplican sin pausa. Es tan fácil como mandar una solicitud de amistad a cualquiera de estos grupos y esperar algunos minutos a que el administrador del grupo confirme el vínculo.


“El fin de las changas llevó a que mucha gente se vuelque de lleno a esta actividad”, dice el dirigente barrial Héctor “Toti” Flores. “Se ofrece todo, se ofrece hasta lo que no se tiene: se ofrecen las cosas de la casa, los muebles, la ropa. El que antes vivía de trabajos informales ahora los ofrece también: un carpintero, un albañil, un plomero”, agrega.


Facebook es el lugar. La red social, que ya pasó de moda en las clases medias altas, todavía respira fuerte en los sectores medios bajos y bajos. Allí, los grupos de trueque florecen. Villa Soldati, Lomas de Zamora, Bernal, Castelar, Ituzaingo, Moreno, cada localidad tiene diversas opciones de trueque virtual. Donde hay carencia, aparecen los nuevos formatos de trueque contra la desesperanza.


En algunos casos, los acuerdos de intercambio se hacen vía web y las entregas en plazas que se convierten en ferias los sábados. No son trueques a secas, sino trueques y ventas de cualquier producto a precios que oscilan entre los 100 y 500 pesos.

Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, cuando se habla específicamente de trueque, surge un indicador terrorífico: los que ofrecen productos o servicios no buscan a priori dinero, sino que el canje sea por comida. “Se paga con comida -dice Flores-, el que la tiene es como que tiene dinero y tiene el poder de negociar: el carpintero o el plomero, entonces, van, le trabajan y se llevan una bolsa de comida cuando terminan”.


Se ve todo: se ven los avisos, se ven los afiches, se ven los mensajes en los muros del trueque virtual. Una mujer ofrece un buzo de bebé a cambio de un paquete de lentejas. Una adolescente propone un alisado de cabello por un kilo de azúcar o una botella de aceite: da una lista de supermercado, acepta cualquier tipo de producto que sea comestible. El carpintero cambia trabajo también por comida, aclara que la mano viene mal y que no le queda otra que trabajar por “un poco de alimento”.


A veces, además, hay un variante como de “show” virtual, en donde una persona recoge las propuestas y vincula a los usuarios. Con música y lucecitas de colores de fondo, el hombre anima el evento con pericia de subastador. Se bambolea armoniosamente y ofrece los productos que tiene a la venta: es ahí donde prolifera, sobre todo, la ropa. Ropa que, en muchos casos, hace un viaje también inédito. Es ropa “cirujeada” en casas de la Ciudad de Buenos Aires.


“La ropa se pide en las casas de la Ciudad. Cuando pasan, te dicen si tenés algo para donar. Muchas veces no es ropa que va a ser usada por quien te la pide, sino que va a ser vendida de esta o de otra manera. Es que todo vale y nada alcanza: no hay plan social que alcance”, dice Flores.


Es infinita la cantidad de cuentas de Facebook donde se da la variante de la feria americana virtual. Los precios van desde los 20 hasta los 400 pesos. La procedencia de la ropa no se declara, pero está instalado lo que dice Flores: la gran mayoría es pedida en las casas porteños o en los barrios más pudientes del Conurbano. “Lo piden para sus hijos, pero en realidad es para vender”, dice Alejandro, un usuario que sigue el tema y que lo lee como algo descomunal: “Es el trueque con mil variantes del siglo XXI. Es tremendo, es bizarro y tenés para elegir”.


El fenómeno se encuadra en una idea superior y pesada para la política, esa que le señala al Gobierno, mediante sondeos e informes, que la presión social en el Conurbano crece. Que la gente no aguanta más. La pandemia aniquiló la economía informal. Extinguió la cultura de la changa. Desmoronó a los que tenían poco. Y así reapareció el trueque -reconvertido, virtual y más potente- para recordarle a los postergados que si no se salvan solos, en la Argentina no los salva nadie.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Antes de morir tras un accidente en una ruta de Entre Ríos había reclamado por el estado del camino

Información útil sobre el diario papel

Los casos de dengue en la costa del río Uruguay quintuplican a los de COVID-19 de toda la provincia