ELECCIONES 2023. ¿Qué buscan los políticos? ¿De qué viven? ¿Cómo costean las campañas? Las incómodas preguntas de un ciudadano

Tal vez algún confesor o psicoanalista pueda responder con seguridad la pregunta que titula la presente columna. Dudo que los demás mortales podamos con seguridad decir que sabemos qué quieren realmente los políticos.


Por "El Analista" (*)

Dejando de lado las excepciones que, como tales, son pocas, la mayoría de los dirigentes políticos tienen más imagen negativa que positiva; léase, se exponen ante el escarnio público.

Por más análisis optimista que se haga, incluso quienes ganan las elecciones difícilmente lo haga por más de 50% de los votos afirmativos. Aquellos que logran esos guarismos son los que polarizan más que otros, generan amor y odio en la misma proporción.

Una respuesta que podemos dar es la retribución económica, pero si hacemos un análisis rápido, las remuneraciones son importantes, pero bajo ningún punto de vista aseguran siquiera un pasar de clase media acomodada. Esto nos remite a otras preguntas inmediatamente.

¿De qué viven los políticos? En un país sumergido en permanente crisis, en la ciudad estadísticamente más pobre de país, tenemos varios hombres que se disputan un pase a las elecciones generales, pero a la mayoría sólo se les conoce cargos en la administración pública, o frustrados emprendimientos económicos en la actividad privada, o nula actividad profesional.

Parece mentira que en el año 2023, con las facilidades que nos da internet, no podamos acceder a la declaración jurada de todos los que pretenden representarnos, no sólo para despejar los fantasmas de la corrupción que siempre merodean, sino incluso para entenderlos un poco más, para valorar, por ejemplo, la capacidad real de gerenciamiento en sus actividades privadas, conocer sus vinculaciones comerciales, entre otros datos.

Entonces, ¿cómo costean las campañas políticas?, porque, salvo algún caso puntual, todos han hecho un despliegue importante de pasacalles, afiches, panfletos y pautas en redes sociales, entre otras plataformas.

¿Quién está detrás de ese financiamiento? Será el resultado de las cajas políticas que dan ciertos cargos estatales dirán algunos; otros, menos escépticos, lo vincularán con el aporte de los privados, estos que no tienen rostros pero que dan la impresión que juegan a la timba apoyando a candidatos disímiles, sin importar las ideologías o proyectos, sino únicamente ganar.

Pensemos que somos lo suficientemente optimistas y que gastan de la propia, de todos sus ahorros. En ese caso, la cuenta es fácil: con el sueldo que percibirían difícilmente amortizarían el gasto.

¿Tan generosa es la clase política? O, peor aún, sólo y únicamente personas con un muy buen pasar económico podrían ser candidatos, porque alguien de la mayoría (clase media-baja) no podría tener semejante gasto; es imposible.

Siguen las preguntas: ¿qué tan representativos del pueblo son los políticos? Entendiendo que estos son honestos, viven de sus propios ingresos, y financian sus campañas con sus propios recursos, claramente son de un sector social privilegiado. ¿Cómo logran representar a un sector del que no son parte? Puede parecer irónico, pero es todo lo contrario y explica en alguna medida la mirada paternalista de muchos dirigentes.

¿Qué desean realmente los políticos? El poder pareciera ser la respuesta de manual, la lucha por el poder, la disputa por esa capacidad de influir sobre los otros, de mandar, de hacer y transformar. En una sociedad donde el egocentrismo y la exhibición llegó a todos por medio de las redes sociales, la pulsión de los políticos está exacerbada.

Enfermos de poder suelen decir algunos analistas. No me atrevería a tanto, pero no me dejan de retumbar esas preguntas: ¿qué tan generoso es un dirigente que deja de estar con su familia por dedicarse a la política?;¿qué tan honesto puede ser alguien que se desconoce de qué vive?; ¿puede ese amor idílico por lo público ser tan fuerte que prefieran ser mayoritariamente despreciados a cambio de un reducido porcentaje de afecto?; ¿son todos iguales?

Es un acto de fe al que nos debemos someter al menos por ahora, porque los políticos no son muy diferentes a nosotros, y a la gran mayoría no le interesa contestar estas preguntas. Caso contrario, surgiría de las encuestas y grupos focales. Los estudios cualitativos indican qué queremos ver, porque la política, como tantas cosas, se ha convertido en un show de entretenimiento, donde muchas veces somos simples espectadores -y como tales somos tenidos en cuenta-, y en tantas otras oportunidades no llegamos ni a eso.

El analista
(*) Pseudónimo del autor, que solicitó resguardar su identidad
Fuente: El Entre Ríos

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