Los argentinos estamos cada vez más cansados

Una encuesta advierte por los altos niveles de estrés y sus consecuencias. Testimonios de quienes se sienten “quemados” y lo valioso del ocio activo.

E. G. MEDINA
Mateo. Va a un taller de manejo del estrés en San Isidro.

“Estoy agotado”, “estoy fusilado”, “estoy matado”, “no doy más”. Las frases que aluden a un mismo estado anímico resumen el síntoma de época. Los románticos padecían el mal du siècle (el mal del siglo), pero nuestra generación está viviendo la era del agotamiento colectivo. El síndrome del burnout rompe récords: lo padece 1 de cada 3 argentinos.


Nos sentimos rutinariamente agotados en nuestros días más simples. Así lo estudia un relevamiento del Observatorio de Tendencias Sociales, Educativas y Empresariales de la Universidad Siglo 21 que utilizó el Maslach Burnout Inventory (MBI) como método de medición para evaluar los indicadores de estrés crónico y agotamiento emocional. La investigación descriptiva, que emplea una metodología cuantitativa, señala que los niveles de burnout de los argentinos se están incrementando sistemáticamente desde 2018 y, en paralelo, los niveles de felicidad vienen en caída.


Basado en cuestionarios estructurados realizados en forma telefónica durante el primer trimestre de 2024 a 1.050 personas de diversas ciudades, el estudio funciona como un termómetro que refleja cómo afectan las diferentes coyunturas políticas, económicas y sociales a la sociedad.


Los datos revelan que el 32% de los encuestados está tan cansado que no puede realizar otras actividades tras el trabajo. La cifra marca un aumento porcentual de 10 puntos con respecto al año anterior. Además, el 24% de la población señala que no puede relajarse después del trabajo y que le cuesta cada vez más iniciar una nueva jornada laboral.


El burnout se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, despersonalización y disminución del rendimiento personal. Asimismo, está estrechamente vinculado con factores socioeconómicos y laborales.


“Los vínculos interpersonales contribuyen a moderar los efectos del burnout, lo que explica por qué los niveles de estrés en el país no son tan altos como se podría esperar, dado el desafiante contexto actual”, evalúa Luis Morera, director del Observatorio de Tendencias de Insight 21.


El burnout en primera persona


Mateo Díaz (22) trabaja en una empresa de alimentos. En un rincón del Hospital Central Municipal de San Isidro, donde va a un taller gratuito del Servicio de Medicina del Estrés (el abordaje es médico, psicológico cognitivo y filosófico estoico), habla con Clarín.


Siente que el estrés impacta negativamente en su rendimiento y en la vida cotidiana ya que tiene menos motivación. Es que el trabajo lo estresa cuando demanda mucha exigencia o mayor cantidad de horas por fechas límites de entrega. Los síntomas vinculados al estrés que impactan en su salud son ansiedad e insomnio.


"Siento que como de más y eso me trajo sobrepeso. Asisto al taller para poder encontrar herramientas que me ayuden a manejar mejor el estrés. Por el momento, me resultan útiles la respiración abdominal, ciertas estrategias de comunicación y la terapia", confiesa. Y trata de encontrar tiempo en su agenda para practicar actividades porque entiende que el ocio es clave para su bienestar.


En cambio, a Vanesa (34), que es profesional de la salud, no le quedan ganas de hacer planes luego del trabajo, aunque se esfuerza por hacer algo más. Su cansancio cotidiano se traduce en dolor corporal, angustia, palpitaciones y falta de memoria.


Roberto (47) admite que vive estresado. "La sobrecarga constante de tareas me agota. Cuando debería estar tranquilo, mi cabeza no para. Entendí que el estrés por cómo me tomo las cosas es más que lo que en realidad ocurre. Pero el sueldo no representa una motivación hoy y eso repercute en todos los ámbitos de mi vida", dice a este medio.


Lorena (54) trabaja en recursos humanos, pero no está conforme con su entorno laboral. Asegura que el contexto socioeconómico influye en su estado de agotamiento. "La presión para mantener un nivel de vida y la inestabilidad laboral me generan ansiedad. Después del trabajo, solo quiero descansar", señala.


El cansancio se refleja en su cotidianeidad en la falta de energía, la irritabilidad y la dificultad para concentrarse. Se percibe abrumada y sin control.


"Este agotamiento desequilibra mi vida social y baja mi rendimiento personal porque no tengo energía para interactuar con otros, me siento aislada y sin motivación para hacer cosas que me gusten. Es como si estuviera viviendo en modo automático, sin disfrutar de la vida", ilustra.


Estrés crónico y agotamiento


Según la OMS, el bienestar es un factor crítico para el desarrollo de una comunidad. Para la literatura científica, la liberación de cortisol en situaciones de estrés prolongado, dependiendo de las características del individuo, puede crear un entorno propicio para el desarrollo de enfermedades más graves. Además, el estar experimentando estrés agudo o crónico genera una transición hacia la ansiedad y esto, sostenido en el tiempo, puede transicionar hacia una depresión.


Daniel López Rosetti es especialista en Clínica Médica y jefe del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Municipal de San Isidro. Diferencia el estrés crónico del agotamiento. Define al segundo como un síntoma que puede ser causado por el primero, el cual representa la sobrecarga mental o física sostenida en el tiempo. “El estrés crónico es la enfermedad mientras que el agotamiento es un síntoma de esa patología”, dice.


El estrés impacta directo en las emociones y por ende, va a impactar en la percepción del bienestar. Por eso, Morera insiste en que la clave es poder experimentar emociones positivas más que negativas sumado a los juicios cognitivos que se realicen sobre tales emociones.


Cómo controlar el estrés


Las estrategias de recuperación para que el estrés crónico o agudo no impacte apuntan a la desconexión y relajación mediante el ocio. “Es importante no considerar el tipo pasivo, es decir, el que se ejerce cuando se navega en redes sociales, sino apuntar a un ocio activo mediante la realización de deportes o el aprendizaje de nuevas


disciplinas. La idea es que la persona se enfoque en que los espacios de relajación sean momentos de desconexión del mundo laboral y que, en paralelo, desarrolle capacidades nuevas que eventualmente pueda aplicar al trabajo”, desarrolla Morera.


Y Rosetti enumera otras herramientas para ayudar a lidiar con la realidad emocional: descanso adecuado, actividad regular, alimentación saludable, meditación, terapia psicológica. “Son necesarias para que el individuo reorganice el curso de sus pensamientos”, explica.

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